Los “Correcheres”
A los talabarderos y albarderos se les conoce en el Alto Palancia con el nombre de “correcheres”. Estos artesanos se dedicaban principalmente a la fabricación de albardas, cabestros, jalmas, ramales y todo tipo de arreos para animales de tiro en los que combinaban piel, tela, lana, paja, cáñamo y otras fibras vegetales.
También fabricaban jaeces y mantas de adorno para caballerías que se decoraban con madroños o “alborsos”. En Segorbe aparece documentado el oficio en el siglo XVI y ha existido un taller hasta los años ochenta.
Al contrario que en otros oficios, el “correcher” realizaba su oficio de forma estable y ambulante. Durante el verano trabajaba en su propio taller y el resto de los meses recorría la comarca fabricando y reparando los arreos de las caballerías.
Las ferias de Vallada, Segorbe y Santa Lucía fueron muy importantes porque aquí el campesino renovaba sus aparejos y hacía sus encargos: albardas, collerones, cinchas, trilleras, tarres, …
La cestería
La cestería es una técnica de base textil consistente en tejer y entrelazar fibras vegetales en estado natural o tratado. En el Alto Palancia cada pueblo tenía su cestero, que realizaba su trabajo en un pequeño taller. Eran artesanos más o menos sedentarios que manipulaban el mimbre y la caña en la planta baja de sus casas. El oficio se transmitía de padres a hijos y fue un complemento de las actividades agro-pecuarias. En Segorbe se contabilizaban en 1950 cinco talleres, perdurando el último hasta finales de siglo.
La cestería segorbina tradicional ha trabajado el mimbre y la caña, pero también se ha utilizado la sarga para la confección de la base de los cestos más corrientes.
El instrumental del cestero es sumamente sencillo y se le denomina en su conjunto razón. Está compuesto por la aguja o punzón, el martillo, los partidores de caña y mimbre, el podón y las tijeras. Los partidores de caña son metálicos mientras que los de mimbre están elaborados en madera de carrasca. Para medir la base y las paredes de los distintos tamaños de cesto, se utilizan 5 varas de madera de 26 cm., 34 cm., 42 cm., 50 cm. y 58 cm.
La técnica empleada siempre ha sido la del entretejido. Se empieza por la base haciendo la cruz y la llave. La primera consiste en entrecruzar los pilares o varas de mimbre que constituirán la urdimbre de la base y la estructura del cesto. Se ata con la llave o tira de mimbre que se enrosca de manera alternada por los brazos de la cruz. Formada la base se atan las varas en forma de jaula y se comienza a tejer. Conseguida la altura deseada se construyen el bordes y las asas enroscando los pilares sobrantes. Como formas más tradicionales destacan la cesta, el cesto, el canasto, la canasta, el banasto y los cuévanos para el acarreo de la uva.
Los esparteñeros
La confección de esparteñas o alpargatas tuvo cierta importancia en la ciudad de Segorbe, donde el oficio se encuentra documentado en el siglo XVI. En 1856 el gremio de alpargateros tuvo una disputa con el gremio de zapateros sobre el orden que debían de llevar en la procesión del Corpus. La discordia se zanjó con un documento municipal en que se reglamentó dicha procesión.
Se fabricaban dos tipos de alpargatas: las de suela vegetal con cubierta de lona y los esporches, de suela puntera y talón de fibra vegetal, generalmente de esparto.
Los esporches se elaboraban con fascal o trencilla de esparto cocido de cinco ramales y cuerdas de dos ramales de unos 5 mm. de grosor. El esparteñero utilizaba un pequeño banco y una estaca donde cosía la alpargata. Hacía aros con el fascal que iba rellenando la suela, apretando la parte central para dar la forma del pie. El tamaño de la alpargata dependía del número de vueltas. La puntera y el talón los realizaba con la cuerda de dos ramales. Para la puntera daba unas quince pasadas de cuerda que cosía a la suela, mientras que para el talón empleaba ocho.
En la sala se muestran las diversas materias primas, los instrumentos necesarios para la elaboración del producto, las diversas fases de fabricación y el resultado final del trabajo.