Esta sala está dedicada a la actividad alfarera. El oficio de alfarero (o “cantarero”, como se conoce en estas tierras) gozó de gran esplendor en tiempos pasados tal y como reflejan diversos documentos desde el siglo XV.
Más tarde, en el siglo XVIII, Cavanilles nos informa de la alfarería segorbina como una de las industrias relevantes dentro de la economía de la localidad. Sin embargo, como ocurrió en el resto del país, entró en una profunda crisis durante el siglo XX.
Hasta hace poco sólo tres alfarerías o “cantarerías” perduraban en Segorbe, todas ellas de tipología artesanal, las de José Escrig, Vicente Gil y José Magdalena. La característica que siempre ha distinguido a la alfarería de Segorbe ha sido el vidriado verdoso de las piezas. Al ser la arcilla de la localidad poco refractaria al calor, son los recipientes para líquidos la principal producción destacando el botijo en sus múltiples variantes como realización más típica y tradicional, tal y como podemos comprobar en el conjunto de piezas expuestas en la Sala. Junto a estos destacan otros recipientes en otros tiempos de uso cotidiano, como tinajas, lebrillos, zafas, escurridoras, jarras, jarros, cántaros, orinales o “marianos”, aceiteras, ordeñadoras, …, o los típicos “botijos de engaño” decorados con imágenes religiosas.
Además de la tradicional cerámica vidriada en verde, podemos repasar en la Sala las formas más características de la alfarería en blanco (botijos, botijas, cántaros y bebederos o comederos de aves) y de la más ornamental cerámica estannífera con la combinación de azul, verde y negro sobre el fondo blanco. También se muestran los minerales utilizados como pigmentos naturales y la fabricación paso a paso de las piezas cerámicas. Completa la exposición un torno cerámico y diversas piezas utilizadas en la modelación de las piezas.